19 de diciembre de 2014

Desconfianza


Por @engentada

Siempre odié ir a la escuela. Odiaba salir de mi cama calientita al frío de la calle, con un suéter de acrilana que, además de feo, no calentaba un carajo. Y además con falda. Odiaba estar encerrada horas enteras en un salón de clase con otros 39 muchachillos roñosos y poco simpáticos, y tener que dejar la comodidad de hacer lo propio en el baño limpiecito de mi casa, para ir a mear de aguilita a un cubículo oscuro, frío y apestoso. Odiaba tener que cambiar un desayuno recién hecho por un sándwich de religioso jamón, cada día de la semana, con la servilleta tozudamente pegada al pan. Odiaba tener que intercambiar monedas por bebidas, hacer cualquier deporte o relacionarme con otra gente. POR DIOS, LA GENTE. Niños en la fila de los dulces. Niños en la fila para el baño oloroso. Niños en el patio, en el salón, niños en las canchas, niños, EVERYWHERE.
Si mi escuela primaria matutina urbana federal no era el infierno, estaba muy cerca de serlo. Ahí fue donde conocí el absurdo término "trabajo en equipo". GOD WHY. Siempre hay un bruto que trabaja por todos. A mi no me ha gustado nunca depender de nadie para hacer mis cosas. Por lo tanto yo era esa bruta. No era capaz de confiar en mis compañeros para hacer labores simples, no podía esperar que las cosas se hicieran bien si no las hacía yo. No sé si era lo que pretendían mis maestros al encargarnos sus fregaderas, pero aprendí que desde mis nueve pequeños años soy INCAPAZ de confiar en otra gente.
Nunca me ha gustado tomar taxi sola, no me gusta la gente que se me acerca en la calle a hacer plática casual, si no conozco el lugar al que voy, la primera vez debo ir acompañada, procuro sentarme sola en el autobús, no me acerco a coches en movimiento y siempre miro por sobre mi hombro cuando alguien viene caminando detrás de mi. La desconfianza es algo inherente a mi, construida en base a sinsabores y malas experiencias. No hay punto medio para mí, o desconfío o no, y la confianza, siempre frágil, se prueba para mí a diario. Conocer y confiar son conceptos separados, y desafortunadamente eso también me ocasiona problemas serios: la gente que me rodea siempre está a merced del severo escrutinio impulsivo de mi cerebro. No hay acciones desinteresadas de gente que no conozca, la gente que se me acerca de buen talante siempre tiene alguna razón ulterior. No quiero comprarte nada, no hay razón para que me mire así, señora, ¿por que me sonríes, estúpido? No te sientes junto a mí en el autobús, por favor, ponte audífonos, no me preguntes la hora...

Unknown

Author & Editor

0 comentarios:

Publicar un comentario

 
biz.