6 de febrero de 2016

Involuntad

Eduardo Caccia hablaba hace poco sobre la decadencia que está ocurriendo con la paciencia.


El que la espera esta disminuyendo a raíz de cosas como la tecnología en la que ha sido partícipe fundamental en esa menorización.


La particularidad de ese tema creo que no ha sido discutida ampliamente porque los que podamos presumir que aún poseemos esa cualidad, hemos caído en la ambigüedad.


Denostamos simplemente que debería ser una virtud para las nuevas generaciones y que ocurriera hereditariamente o que simplemente, en los entornos de educación o crianza debiera bastar para ello.


Ni siquiera incluimos también que el servicio de las comidas rápidas por ejemplificar algo, han sido los parámetros que permean dicha contrariedad.


De qué le sirve esperar a alguien bajo el término de ´las cosas que llevan tiempo, son las más recompensables´, si por otro lado nuestras actividades permiten reconfontar situaciones u obtenciones beneplácitas en sólo un instante.


No basta hablarlo o decirlo, basta tener la certeza en una acción que sea método de aplicación en la cosa más mínima que hacemos de la vida diaria.


Me he dedicado a buscar libros o artículos difíciles de conseguir para gente que no tiene tiempo o que simplemente no le interesa indagar personalmente, reliquias u objetos de la parte final donde aún no nacía el internet, y aunque los resultados han sido de todo tipo, las reacciones a éstas ha sucedido de forma tan predecible, que dependiendo de cada generación para las que me encomendé dichas búsquedas, me invitaron a festejar con una sopa instantánea o con un puchero.

Falseamos búsquedas de contenidos cuando en realidad de lo que no pasamos es de la simple superficialidad como se ha estacionado al menos, en los últimos veinticinco años.


Mientras no aceptemos que buena parte de la esencia que somos, siga perteneciendo o adaptándonos a las inventivas más novedosas que nos caen como bombas sin ser claros en lo que nos hemos convertido, no podremos ser ese valor que decimos pero que evadimos en el acto.
Alejemos la dependencia de nuestras rutinas y veamos de qué cuero salen más correas.




 
biz.