4 de febrero de 2015

La indigestión suele provocar pesadillas.

Con el tiempo sus ojos se endurecieron al verme. Y yo la oía hablar pero sin escucharla realmente. Todo sonido era el aire, los carros, los pasos, y su voz. Pero no sus palabras, ya que estas me parecían enojosas, exasperantes, insoportables.
Una de las últimas noches en las que peleamos y me di cuenta que ella ya no me quería, ni yo a ella, dormí a pausas, preguntándome si algún día la quise, preguntándome si algún día volvería a querer a alguien.

Cuando abrí los ojos me di cuenta que todo había sido todo una pesadilla, que ella aún me amaba y yo a ella, que nuestro amor no se había extinguido y que mi noche del terror, aquella en donde imaginaba que mi amor me había abandonado, había pasado sólo en mi cabeza, que nada había cambiado. Que no importaba qué tan poca cosa fuera yo, porque cuando estaba a su lado dejaba de ser irrelevante, lo era todo. Y ella era mi todo.








Última vez que ceno tacos.

Noemí

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